Enrique Cordoba Valle. Sacerdote de IEME en Nicaragua.
Dios le pide a Abraham que “salga de…”… “y Abraham partió”
Considero que la Biblia - esa gran Historia de amor entre Dios y
su Pueblo- es una historia de vocaciones, de llamados, de
comprometidos… la manía de Dios de incomodar para un servicio… y que la
Iglesia es también es una historia de constantes llamados a “salir y
ponerse en partida”.
Es una experiencia única, bella, desinstaladora, arriesgada, desafiante…
Dios no llama a salir para hacer “turismo” - aunque sea muy
interesante y necesario – llama porque hay MUCHAS NECESIDADES QUE ATENDER
y a todos los niveles! Por eso se ha convertido en el mayor incómodo para el
cristiano y la gente de fe: nos quiere en salida!!
Personalmente, desde que a los doce años deje mi casa, familia, hábitos,
amigos… y entré en el Seminario, no he dejado de salir y partir: Valladolid,
Madrid, Kenya, Málaga, Brasil – San Paolo y Rio de Janeiro- Roma,
Ciudad Real, Valenzuela de Calatrava, Mozambique – Massinga-
Puertollano, Argamasilla de Calatrava y ahora en Nicaragua, en Kukra
Hill.
Salir, supone dejar
cosas, casas, personas, costumbres, idioma, amigos, hábitos… y llegar a otro
lugar supone novedad, comenzar con nuevas cosas, casas, personas, costumbres,
idiomas, amigos, hábitos… supone desconcierto y desinstalación,
supone enfrentar nuevos desafíos, abrir los ojos, el corazón, los
oídos…porque estas en una tierra desconocida, con gente desconocida, con lengua
desconocida, con clima desconocido, con una Iglesia desconocida, no en su fondo
y sí en sus formas.
Como digo, una experiencia única, dolorosa, humillante, pero muy rica a
todos los niveles. Es una experiencia de transformación, inculturación,
adaptación, nacer casi de nuevo y os confieso que lo más duro y complicado es
entrar en el corazón de cultura y gente, aun sabiendo que somos de
fuera, que no somos de allí. Nos delata el acento, las formas, la cara, la
piel…ni modo: somos extranjeros!! Y siempre lo seremos, pero el bajar hasta las
profundidades de la nueva tierra supone renacer, relativizar las formas,
ahondar en los fondos, ir con tiento, evitar imponer, implantar, hablar
demasiado de “en mi tierra se hace así”. Es una verdadera batalla!
Pero, saben, encontrarse con el ser humano en otras latitudes,
compartir, comunicarse, formar parte de su historia, hacer camino con ellos a
su nivel…es un milagro de fe, de vida compartida y ofrecida…y es que uno se
encuentra siempre con la criatura creada por Dios y en esta Iglesia que
ha sabido integrarse, inculturarse y enriquecer con el Evangelio la vida de las
gentes, muchas veces oscuro, perturbado, desviado, pero allí ha dejado la
semilla del Evangelio.
Siempre os convido a que, al menos, hagáis un poco de salida, aunque sea
de turismo, porque algo se queda. Seguro!
Saludos a todos. Enrique Córdoba, desde la selva nicaraguense