José Muñoz Valdelomar. Mercedario en República Dominicana.
Sal de tu tierra...
Esta frase define de una forma clara y
concisa mis últimos 47 años, aunque, los diez primeros, no era consciente de
ella. Por circunstancias diversas fui al seminario de la Merced a los 11 años,
el que no lo ha experimentado no sabe lo duro que es salir del pueblo a esa
edad, con el tiempo se cura y se olvidan los malos ratos y se sigue disfrutando
de la vida.
Pero llega el momento decisivo y no
obligatorio en que uno toma la decisión, la mía estaba tomada desde tiempo
atrás, y cuando puse el primer pie en África entonces fui consciente del salto
que había dado, nada fácil, por los acontecimientos que me tocó vivir, pero fue
un salto sin arrepentimiento, hoy lo volvería a dar. Desde entonces, con
pequeños intervalos he seguido caminando y conociendo otras tierras y otras
gentes que muestran la gran diversidad de la familia de la iglesia, he dejado
una familia y he encontrado otras muy acogedoras, he descubierto la grandeza y
la miseria que nos rodea, gente sencilla capaz de acciones extraordinaria,
gente importante pero mezquina, al final se mantiene el equilibrio.
Hoy sigo en República Dominicana,
feliz por los pasos que me han llevado hasta aquí, feliz por lo que aprendo de
la gente, no tanto por lo que les pueda enseñar, feliz porque otros puedan
seguir un camino similar al mío. Cuando uno está satisfecho por el camino
recorrido le gustaría que otros siguieran la misma senda, una senda que no
aporta riquezas, poder o influencias, aunque algunos se empeñen en
perseguirlas, pero si aporta satisfacción, paz y felicidad.
Si alguno se ha planteado seguir este
consejo del señor que no lo dude. Sal de tu Tierra.
Aquí en Santo Domingo tenemos la
oportunidad de trabajar de muchas maneras, desde el plano pastoral, con las
celebraciones, las catequesis, y las diferentes comisiones de familia, de
misión, de liturgia, de salud, de multitudes, etc, y desde el aspecto social,
con los niños de la calle de una manera especial, pero también con los
ancianos, los enfermos, los encarcelados. Con un ingrediente especial, la
colaboración de los laicos sin la cual poco se puede hacer. Y sabiendo que no
todo se puede hacer desde el templo, hay que acercarse a las comunidades y
celebrar con y junto a ellos. Os dejo algunas imágenes que no agotan el total
Santo Domingo 12 de septiembre