Ayer concluían en Madrid las jornadas de formación
para empleados y voluntarios de Obras Misionales Pontificias, que han tenido
por título “Asia y Oceanía territorios de misión”. Un título que se hizo
realidad en el testimonio de cinco misioneros que aportaron su vivencia de la
misión en estos continentes. En una mesa redonda moderada por Luis Miguel Avilés, sacerdote del IEME,
misionero en Tailandia, que transmitió como moderador su propia
experiencia, se pudo escuchar el testimonio de Gelyn Javate, misionera de Verbum Dei, de nacionalidad filipina.
Misionera en varios lugares del mundo, desde Singapur a Estados Unidos, pasó
varios años en Australia. Habló de su experiencia en parroquias y en
capellanías universitarias australianas. Se trata de una sociedad con una gran
ansia de Dios, pero que, a veces, se ve frustrada, y recordó el caso del
suicidio de dos jóvenes que había conocido. Se trata de acompañar y compartir
el mensaje de Jesús y ser coherente.
También presentó su testimonio el sacerdote de
Tarazona, Esteban Aranaz, misionero en
China, que relató su vocación misionera “ad gentes”, surgida de la amistad
con un joven chino al que invitó a su parroquia de Alhama de Aragón; su llegada
a Taiwán y el silencio y oración – motivados por el desconocimiento del idioma
– de los primeros años; la experiencia de una parroquia y la ayuda y
comprensión de los fieles; y su viaje a la China “continental”, donde la
fidelidad y la heroicidad de los fieles y el clero le lleva a decir: “no he
visto una fe más profunda que la de los católicos perseguidos en China”.
La última participante en la mesa redonda fue la Misionera de Cristo Jesús, Cristina
Castillo, que relató la hermosa experiencia de trabajar con indígenas en
Filipinas. Contó lo que significa acompañar, conservar las tradiciones y vivir
con ellos. Cómo la labor del misionero no es sólo suya. Más que un yo hay un
nosotros. La comunidad, los misioneros que nos precedieron, la gente con la que
se vive. Habló de la alegría, la paciencia y la fe del pueblo filipino y,
también, desgraciadamente, de la corrupción. Uno de los ejes principales de la
labor de las hermanas en aquella misión fue la conservación de las tradiciones,
de la identidad cultural del pueblo indígena, siempre desde el amor.
A la mesa redonda se unió Mons. Kike Figaredo,
prefecto apostólico de Battambang, Camboya, que pudo así también responder
durante el turno de preguntas que siguió a la exposición de los misioneros.
Preguntas y respuestas que profundizaron en lo que significa la misión “ad
gentes”: acompañar y vivir con la gente, el ser evangelizado por ellos, la
constatación de la presencia de Dios que siempre está y que el misionero
explicita, los valores del Evangelio y de Jesús como el verdadero bagaje del
misionero, y también el descubrimiento de los inmensos valores de estos
pueblos, la armonía, la delicadeza y la paciencia.